martes, 5 de junio de 2012

MONTE ALBAN No. 2 "La Montaña del Jaguar"






























Daany Beédxe el espíritu del guerrero. Fragmento 3.




Águila Nocturna durmió todo el día y su noche. Al despertar Piedra Quemada lo acompaño a la puerta poniente de la ciudad. Ahí empezaba el camino a DAANY BEÉDXE.



-Hasta aquí llegamos los Guardianes del Camino. De esta puerta hacia adelante se va hacia la eternidad. Muy pocos hombres han llegado hasta éste lugar y muchos menos han logrado ascender hasta las alturas de la montaña sagrada. El trayecto que te falta por recorrer es muy corto, pero peligroso.



A estas alturas, tú ya sabes que la vida y el mundo tienen cuatro rumbos y que el hombre encarna el centro. El cinco es el número mágico del centro, el punto en donde se encuentran el cielo y la tierra; lo conocido y lo desconocido. Cinco flor, simboliza la piedra preciosa que es el corazón. En el encuentro y equilibrio de este par de opuestos complementarios, radica el verdadero desafío de la vida. Los cuatro rumbos del mundo y la vida, están presentes en la sabiduría de los Viejos Abuelos toltecas. El Oriente significa la resurrección, su color es el rojo, su símbolo es el águila, su lugar el cielo y su mundo el del Espíritu. El Poniente significa el nacimiento, su color es el blanco, su símbolo el jaguar, su lugar la tierra y su mundo el de la materia. El Sur significa lo conocido, su color es el azul, su símbolo la serpiente, su lugar la derecha y su mundo el de la luz. El Norte significa la guerra, su color el negro, su símbolo el colibrí, su lugar la izquierda y su mundo el de la muerte.



En el centro de ellos debe estar el ser humano, porque solo en el centro se encuentran equilibradas las fuerzas del mundo, para que el hombre sea capaz de elevar su conciencia a partir de la Quinta Posición. Si se pierde el equilibrio, se cae en los abismos de la estupidez y la degradación. La humanidad del Quinto Sol, tiene la posibilidad de la quinta posición: el arriba o el abajo. Así que como puedes ver, el mundo está constituido de un par de opuestos complementarios, entre Oriente y Poniente; entre Norte y Sur, que buscan el equilibrio a través de la Guerra Florida; que se libra en el centro, simbolizado por el corazón, porque ese es el lugar del encuentro de los principios opuestos y complementarios. Sitio donde La Serpiente Emplumada inicia el vuelo. Lugar donde el guerrero alcanza la categoría de ser celeste, por la elevación interior. Posición donde el Águila otorga la oportunidad de perpetuar la conciencia. La eternidad, la libertad total del espíritu.



En cuanto inicies este camino, nada será igual. Todo el mundo de tus afectos y pasiones, se convertirá en polvo. Las águilas vuelan solas en las alturas. En este camino, debe estar uno, mortalmente seguro de sí mismo. Sin miedo y sin ambición. Solo los guerreros de la Batalla Florida, pueden sobrevivir a esta prueba.



Por eso a los Viejos Abuelos toltecas se les conoce como los "Artistas del Espíritu"; porque su arte es buscar el equilibrio, entre el terror de ser hombre, y la maravilla de ser hombre."



Águila Nocturna inició el camino, a sus espaldas estaba el sol naciente; frente a sus ojos, esa misteriosa montaña de la que nadie pronuncia su nombre. Desde que era adolescente, recordaba; que ni sus padres, parientes, maestros o amigos, le hablaron sobre esta misteriosa montaña. En su pueblo estaba prohibido mirarla, acercarse o hablar de ella. Era como el sol, todos sabían que estaba ahí, pero nadie se atrevía a mirarla.


El camino era una línea recta hasta la base de la montaña, después ascendía de izquierda a derecha. Águila Nocturna observo que el camino era antiquísimo.



En cuanto comenzó el ascenso, escucho que una voz femenina, agudizó el oído y descubrió la voz de su madre, que le imploraba que regresara. Siguió caminando y apareció un jaguar, que agazapado lo esperaba listo para saltar sobre él, desde una gran peña a la orilla del camino. Siguió su paso inmutable Águila Nocturna, cuando el felino salto, se convirtió en tenue brisa mañanera. En breves minutos el joven estaba a la mitad de la montaña sagrada. El sol empezaba a trepar hacia el cenit, cuando llegó a una plataforma de un cuerpo de altura, que tenía cuatro escalerillas por sus costados, de cuatro escalones cada una. Se paró en el centro de cara al Oriente y siguió con los ojos entre cerrados, el camino ascendente del sol. Algo le decía que tenía que estar ahí en espera de una señal. Cuando llegó el medio día, la luz del sol ceso su intensidad.



El muchacho había detenido sus pensamientos y con los ojos entrecerrados dejaba filtrar energía del sol. El súbito descenso de la intensidad de la luz, hizo que abriera más los ojos para percibir lo que sucedía. Entonces fue cuando apareció un águila que se interponía entre sus ojos y el sol. Inmóvil, detenida en el aire, el animal observaba atentamente al muchacho. Las miradas se encontraron, corría un haz de fuego de un extremo a otro. Águila Nocturna no sentía miedo ni sorpresa, más bien, como que su cuerpo sabía lo que pasaba y estaba en espera del acontecimiento. De pronto, el águila empezó a aumentar de tamaño y la luz a disminuir de intensidad. Como si fuera un eclipse, el águila cubría al sol en todo el cielo, hasta la temperatura bajo y empezó a soplar un viento frío. La oscuridad se hizo total, el águila se transformó en la bóveda celeste. Sin embargo el muchacho sabía que el águila seguía ahí. El Águila era el día y la noche, dueña de toda la energía del mundo y al mismo tiempo, no era nada, tan solo una percepción fugaz de lo inconmensurable. Sin poder contenerse, Águila Nocturna repitió desde el fondo de sus entrañas:



"Ave de espadas, tú, ave de dardos
Oh autor de la vida, volando vas,
Vienes a detenerte donde está tu santuario,
donde está la pirámide de tu templo.
Nada como la muerte en guerra,
nada como la muerte florida
¡Corazón mío, no temas:
en medio a la llanura
en lo alto de la montaña
quiere mi corazón
la muerte de obsidiana
la muerte en guerra!
Ave de espadas, tú, ave de dardos
Oh autor de la vida, volando vas,
vienes a detenerte donde está tu santuario,
donde está la pirámide de tu templo
sólo quiere mi corazón
la muerte en guerra!".



Águila Nocturna entonces vio como la inmensa bóveda celeste estallaba y en intermitentes relámpagos de luz cegadora, tuvo una visión alucinada. Apareció frente a él, en medio de esos estallidos de luz y oscuridad total; un frondoso y gigantesco árbol, como una cruz majestuosa, señalando los cuatro rumbos de la existencia. Este árbol, que en momentos era una ceiba, luego un sabino y finalmente un nopal milenario, se movía en todas direcciones junto con el universo. En la punta del árbol estaba parada una bella ave, que cambiaba de forma; unas veces aparecía como un quetzal y otras como un águila. Este inmenso y majestuoso animal, unas veces aparecía luchando con una serpiente de cascabel y otras, devorando los frutos florecidos del árbol y el nopal, que como pequeñas estrellas luminosas, se desprendían subiendo en una espiral hacia el pico del águila, quien las devoraba inmutable. Esta última imagen le produjo un doble e intenso sentimiento. Por una parte una exaltante alegría, al constatar su origen celeste; pero al mismo tiempo, una profunda tristeza, al darse cuenta que toda la vida tiene como único fin, desarrollar la conciencia, para ser alimento del Águila. Como flores frescas y olorosas, fueron llegando a su corazón las palabras de un viejo poema:



¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Más, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
aunque fueras jade,
aunque fueras de oro
también allá irás
Hay un brotar de piedras preciosas,
hay un florecer de plumas de quetzal,
¿son acaso tu corazón, Dador de la vida?
Todos se marchan a la región de los muertos,
al lugar común de perdernos.
¿Qué somos para ti, oh Dios?
Así vivimos.
Así en el lugar de nuestra pérdida,
así nos vamos perdiendo.
Nosotros los hombres,
¿a dónde tendremos que ir?



El águila empezó a volar en círculos en torno al muchacho, el sol brillaba de nuevo con más intensidad. El ave inició un descenso en picada hacia el aspirante y paso rozando la cabeza del guerrero, para ir a detener su vuelo a una pequeña pirámide que estaba más arriba, sobre el camino. Águila Nocturna se dirigió al lugar, su cuerpo sabía perfectamente del encuentro.



El águila estaba parada sobre un monolito de piedra bellamente esculpido. Se trataba de una serpiente en posición enroscada. Sobresalía su cabeza en lo alto, con su inmensa lengua que bajaba hasta la parte media de su cuerpo enrollado; sus colmillos y sus ojos reveladores, estaban atentos al movimiento. Su cuerpo cilíndrico y en espiral, asumía una forma piramidal. En frente a la serpiente, estaba una escultura de un anciano sentado, con su columna vertebral recta pero inclinada. Sobre su cabeza estaba un recipiente a manera de incensario. Cuatro inmensos caracoles tallados en piedra verde, lo rodeaban. El águila entonces se dirigió de esta manera al joven:



-Haz fuego en este lugar y deposita la brasa sobre la cabeza del Antiguo Señor del Fuego. La divina brasa que nos guía en la vida, fue depositada en el principio de los tiempos, en el centro; en lo más profundo de nuestro ser. Este fuego interno se convierte en antorcha del templo, estrella en la oscuridad de la noche y en nuestra energía espiritual. Así se difunde la verdad de nuestro origen divino, así se mantiene la esperanza humana, así se alimenta al águila. ¡Que estas palabras queden gravadas en tu corazón!, que vibren palpitantes durante toda tu existencia y la verdad sea revelada.


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Tomado de:
Daany Beédxe el espíritu del guerrero
de Guillermo Marín


http://www.toltecayotl.org/tolteca/index.php?option=com_content&view=article&id=401:daany-bexe&catid=36:general&Itemid=77