jueves, 10 de enero de 2013

EL MAESTRO Y SU COMPROMISO HISTÓRICO CON EL FUTURO





Cómo es que la humanidad ha llegado a niveles tan bajos e inhumanos que amenazan la vida en el planeta.


La historia de la humanidad se puede dividir en dos grandes periodos. Desde la invención de la agricultura (8 mil a.C.), hasta el inicio de la expansión europea (1492). La segunda, desde la invasión europea del mundo a nuestros días (1492 a 2013). 


El “viejo orden mundial” nació y se desarrolló en el concierto de las seis civilizaciones con origen autónomo. En efecto, Sumeria o Mesopotamia, Egipto, China, India, Tahuantinsuyo o la Zona Andina y el Cem Anáhuac, son las civilizaciones Madre de la humanidad.


Estas seis civilizaciones fundamentaron los objetivos de su desarrollo, -por diferentes caminos pero con el mismo fin-, en el desarrollo espiritual y la trascendencia de la vida material en el plano inmaterial y comunitario, al que llamaremos “El viejo orden mundial”.


El “nuevo orden mundial”, en cambio, se fundamenta en el desarrollo material a través del consumo, comercio y la guerra. La trascendencia de la existencia está en orden inmediato, material e individual. La sabiduría será sustituida por la ciencia, la religión por la tecnología, la comunidad por la individualidad, el bien común por la iniciativa privada, la cooperación por la competencia, la tradición por la moda, la libertad por el libertinaje, la trascendencia existencial por el nivel de consumo, el Estado por el Mercado.


Simbólicamente el inicio de la construcción del nuevo orden mundial comienza en 1492, pero se materializa claramente con la fundación de Estados Unidos en 1776, bajo una estrategia totalmente definida y financiada por los capitales que se habían fortalecido en Europa y que habían iniciado el sometimiento y explotación de la humanidad. El “nuevo orden mundial” se fundamenta en tres culturas básicamente: judía, anglosajona y teutona, pero la ideología oculta que la dirige es el sionismo.


Una acción concertada de grupos de poder económico que habían iniciado la destrucción del “viejo orden mundial” con la caída de las monarquías europeas y después seguirá con todas las formas ancestrales de gobierno del planeta hasta implantar el Estado moderno y su democracia representativa que privilegia los intereses de las empresas trasnacionales y las corporaciones financieras globales. Inicia con los ejércitos napoleónicos y se mantiene con la OTAN.


De esta manera, Estados Unidos es una creación estratégica y una acción secretamente concertada que luchará por implantar a sangre y fuego, no solo un nuevo orden económico y político, sino lo más grave, una nueva cultura, lo que implica nuevos valores y principios que serán “universales”. Los instrumentos serán básicamente, el capital, las armas, la tecnología y los medios de información. El objetivo es el “culto al becerro de oro”.


Los dueños del dinero, -de los capitales-, a quien llamaremos “los mercaderes” necesitaron crear un nuevo modelo de organización social que se opusiera a los tradicionales del “viejo orden”. Para ello inventaron el mito de “la democracia”, es decir, -el gobierno del pueblo y para el pueblo-, pero que en realidad es la forma en la que los “mercaderes” manejan a los pueblos utilizando a los políticos para que hagan prevalecer el interés privado sobre el interés público.


El falso paradigma de los “mercaderes” es que “su democracia” representa el logro más elevado de la humanidad. Que la “libertad” es el bien más preciado del ser humano, sin embargo, la democracia de los mercaderes se ha convertido en la peor dictadura y la que ha esclavizado totalmente al ser humano. Esta dictadura es ahora global, pose las armas más letales de la historia, las tecnologías más sofisticadas y los medios de información más poderosos para “desinformar y deformar” la opinión pública local y mundial, y un sistema financiero global a su servicio.


El Estado moderno, en sus entrañas conlleva la explotación desmedida del ser humano y la naturaleza, el interés privado sobre el bien público, el individualismo sobre el comunitarismo, el pragmatismo sobre el humanismo, la fuerza sobre la razón, la enajenación sobre la consciencia.
Para pertenecer al “nuevo orden mundial”, como persona, como familia o como pueblo se requiere perder los valores y principios ancestrales, perder la identidad cultural para obtener la identidad comercial, perder la religión ancestral y adoptar una secta cómoda y pragmática, perder la lengua propia y adoptar el inglés, dejar de ser tradicional para ser “moderno”. 


Entendiendo que lo “moderno” siempre viene de fuera y tiene supuestamente más valor. Y lo tradicional es lo propio que por decreto de “los mercaderes” y los medios no tiene ningún valor y es lo nacido y evolucionado en nuestra tierra y cultura, por nuestros padres, abuelos y antepasados.
En síntesis: perder la forma tradicional de sentir, pensar, comer, vestir, hablar, amar, trabajar, consumir, divertirse, para “ser moderno”, entiéndase: ser “triunfador, exitoso, estar a la moda”.    
El Estado moderno necesita, para ser sano, individuos enfermos. Requiere gente enajenada, ignorante, violenta, presuntuosa, insegura, individualista, conflictiva, monetizada, consumista, insatisfecha, agresiva, inestable, corrupta, fanática y superflua. Este es el perfil de la “gente moderna”.


Los “mercaderes” para crear a personas, familias y pueblos “modernos” usan dos eficaces estrategias para logar su objetivo. La más poderosa son los medios masivos de información, especialmente la televisión y la radio, que se han apoderado totalmente de la “realidad social” y de la psique del pasivo escucha o espectador. 


La segunda es el profesor en el aula escolar, que durante años somete inconscientemente a los niños a la deformación que el Estado moderno ha diseñado para coartar el sano desarrollo humano, la pérdida de la consciencia y los valores ancestrales para producir ciudadanos parásitos, gente enferma y acrítica.


El sistema educativo nacional es la propuesta del Estado moderno para producir una sociedad enferma, fácilmente manipulable, dócil y totalmente acrítica para su absoluta explotación. Y el profesor inconsciente es el perfecto instrumento para preparar cuadros de “trabajadores/consumidores” inconscientes, enajenados y anodinos.


El profesor que llega a todos los rincones del país. A las poblaciones más apartadas y más incomunicadas, es “el caballo de Troya” que lleva “la modernidad” a la indefensa comunidad, y que en “su ser y hacer” colonizado, cotidianamente destruye la cultura, los valores, saberes y principios ancestrales. Impone lo ajeno y denigra lo propio.


El profesor en el aula y en la comunidad es el instrumento eficaz del Estado moderno para enajenar y someter. Pero como la dualidad es total y universal, el profesor en el aula y la comunidad pueden ser el factor del verdadero cambio que necesita la humanidad. El único elemento real de cambio de la sociedad es la Educación, entendida como el proceso integral de la trasmisión y fortalecimiento de valores y principios que humanizan al mundo y a la vida, y que, a través de la consciencia le permite trascender.


El profesor tiene la decisión en sus manos, o ser parte del Estado moderno o el factor de cambio que humanice el futuro del planeta.  


viernes, 4 de enero de 2013

EL REGRESO DEL QUETZALCÓATL AL ANÁHUAC




Cada pueblo milenario tiene sus mitos y sus profecías. Para el Cem Anáhuac podrían ser las más importantes: La creación y destrucción de los cinco Soles. El principio del par de opuestos comentarios y su inmutable equilibrio. El espíritu del “Quetzal-cóatl” entendido como el desafío equilibrador del Espíritu (Quetzal) y su contraparte la materia (cóatl), y su profetizado regreso al Anáhuac.
 
Los anahuacas, mal llamados “mexicanos”, somos los hijos de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo y la que logró el más alto grado de desarrollo humano para todo su pueblo en la historia de la humanidad.

En un universo totalmente integrado, como civilización hemos vivido una oscura noche de cinco siglos en la que “los Señores del Dinero”, los mercaderes, no solo se apoderaron del Cem Anáhuac, sino casi de todo el mundo. Para el caso de nuestra civilización no solo nos vinieron a invadir, robar, asesinar, sino lo más grave, nos han tratado de desaparecer como civilización y como seres humanos.

Nos destruyeron nuestras instituciones, nuestras leyes y nuestras autoridades. Nos han tratado de quitar la condición de seres humanos y han querido borrar los impresionantes logros civilizatorios, especialmente en el terreno espiritual y de calidad de vida, únicos en la historia de la humanidad.

Lo han tratado de hacer al tergiversar la historia y al intentar quitarnos nuestras lenguas para dejarnos mudos y silentes. Nuestra memoria histórica, nuestros recuerdos, para dejarnos amnésicos, como “extranjeros incultos en nuestra propia tierra”, sumidos en la peor ignorancia, la de sí mismos, pensando que nuestra presente y nuestra realidad nada tienen que ver con nuestro milenario pasado, y menos con nuestro futuro.

Nos han tratado de quitar también nuestros milenarios conocimientos, para dejarnos ignorantes y estúpidos, incapaces de crear y recrear el mundo en el que vivimos, esperando siempre que el extranjero colonizador resuelva nuestros problemas.

Han tratado de apropiarse de nuestros espacios, no solo los físicos, sino los sociales, simbólicos, comunitarios, sagrados. Para dejarnos sin pertenencia, sin arraigo ni sustento, flotando en la nada, ajenos a nuestra propia tierra e inmediata realidad.

Y finalmente nos han tratado de quitar nuestra espiritualidad, que representa el mayor legado y tesoro de nuestra milenaria civilización. Nos han impuesto, -a sangre y fuego-, una religión ajena al propio invasor-colonizador para tratar de volveremos idólatras y fanáticos, insensibles e inconscientes. Fácilmente manipulables y mansamente sometidos.

Y en los últimos doscientos años, producto de la neocolonización, los criollos nos han excluido en la construcción y diseño de “su país”, en el que nuestro fenotipo, nuestras culturas, nuestras aspiraciones son excluidas radicalmente e impuestas violentamente las de Europa y Estados Unidos, como una copia tardía, mal hecha y desubicada de la realidad de la mayoría del pueblo.

Los descendientes  invadidos-vencidos solo nos han usado como soldados de leva para sus permanentes guerras y confrontaciones fratricidas, como mano de obra esclava, como enajenados consumidores y como votantes que legalizan sus permanentes farsas electorales de su democracia de opereta  bananera.

En efecto, en estos últimos cinco siglos de invasión-ocupación los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos, los descendientes de los habitantes originarios de estas milenarias tierras hemos sido condenados a la pobreza material y a la miseria espiritual, seamos anahuacas o mestizos, rurales o urbanos.

Durante los primeros tres siglos (1521-1821) inconmensurable cantidad de riqueza salió de las entrañas sangrantes de nuestra Madre Querida a través del trabajo esclavo. Cientos de miles de toneladas de oro, plata y grana cochinilla impulsaron el inicio del capitalismo europeo. El “México de los criollos” en estos 192 años nos ha usado pero no nos ha permitido tomar decisiones en el diseño de “su país”.

En los dos últimos siglos (1821-2013), cantidades inimaginables de recursos naturales y materias primas han ido a parar a las fábricas de los países europeos y Estados Unidos, y por la misma vía nos han llegado millones de toneladas de productos cahtarra. En estos dos siglos mortalmente se ha depredado y contaminado materialmente nuestra amada Tierra y espiritualmente nuestra gente.

Para inicios del Siglo XXI, según la CEPAL, por cada diez millones de “mexicanos” existe un supermillonario que, por supuesto es un extranjero avecindado recientemente en el Anáhuac. Es decir, en el neocolonialismo existen 11 “encomenderos”, cada uno con diez millones de “naturales esclavos de su ignorancia” y otros diez millones “expulsados” en Estados Unidos.

Sin embargo, los principios y valores fundamentales de la civilización del Anáhuac, conocidos como Toltecáyotl siguen vivos y vigentes solo que en el inconsciente de los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas. En efecto, la sabiduría ancestral sigue viva, el problema es que está en el subconsciente y solo en situaciones extremas aflora al consciente como en los terremotos de la Ciudad de México en 1985, donde la solidaridad, organización y hermandad pudieron hacer el milagro de rescatar a las víctimas.

El neocolonialismo criollo y la globalización económica nos obligan violenta o subliminalmente a dejar “lo propio” para asumir “lo ajeno” como una forma de vida. Dejar de ser quienes hemos orgullosamente sido durante miles de años y pasar a ser ciudadanos marginados, subempleados, sumisos consumidores y votantes inconscientes, para construir dependencia y destruir resistencia.

Pero la realidad nos dice que el mundo de los abusivos colonizadores se está desmoronado, se cae a pedazos. El Estado moderno se derrumba por sus propios excesos. El capitalismo financiero es la serpiente que se está devorando así misma. El modelo económico mundial es un rotundo fracaso material y espiritualmente. Ya no existe futuro por ese camino que termina en un precipicio.

Sin embargo, lo único que todavía sigue en pie, firme como el tronco de un árbol y sólido como la piedra es la milenaria sabiduría humana, para el Anáhuac la Toltecáyotl. Los valores, principios y saberes, experiencia humana de vida de más de ocho mil años está latente en el corazón del mestizo y sigue viva en el anahuaca.

No podemos seguir inconscientes otros quinientos años, de rodillas y dándole la espalda a nuestra mayor herencia cultural. El legado de los Viejos Abuelos toltecas que le dieron a la humanidad más de mil años del más elevado desarrollo humano del planeta. Ninguna civilización le dio a todo su pueblo la calidad alimenticia, niveles de salud, educación obligatoria y logró la capacidad de organización como los pueblos y culturas del Cem Anáhuac de 200 a.C. al 850 d.C.

Requerimos urgentemente despertar y activar el Banco Genético de Información Cultural que está depositado en cada uno de los ahora mal llamados “mexicanos”. Se requiere desarrollar una actitud crítica y analítica para investigar, re-conocer, re-novar, re-valorar nuestra milenaria cultura Madre, para renacer de nuestras más profundas entrañas culturales.

Para refundar una nueva patria con la raíz ancestral de la MATRIA. Debe resurgir el Anáhuac en donde se acabe la colonización, los "vencedores y los vencidos", donde no se excluya lo mejor de nosotros mismos y de las apropiaciones culturales que hemos hecho de todo el mundo. Una patria sin abusos y abusadores, sustentada en la justicia.

Asumiéndonos con una cultura mestiza, -como todas las del mundo-, pero teniendo muy clara nuestra matriz-filosófica-cultural que es la Toltecáyotl a partir de despertar nuestra memoria histórica y activar nuestro Banco Genético de Información Cultural.

El desafío en principio es individual y despertada la consciencia, el trabajo comunitario corre su propio cause. Requerimos “despertar para soñar” y luego imaginar el mundo que necesitamos re-construir. Un mundo que en sus bases se asienten los milenarios valores y principios del La Toltecáyotl. Lo difícil no es hacerlo, sino imaginarlo.

El camino es de adentro hacia afuera y de abajo hacia arriba. El camino está en lo profundo de nuestro corazón florecido. Se despierta en un instante y se sueña una eternidad. Se requiere hacer urgentemente “arqueología del espíritu” en el fondo de nuestro corazón.

El profetizado “Regreso de Quetzalcóatl” no es más que eso. El equilibrio del “quetzal con el cóatl”, del espíritu con la materia. El Quetzalcóatl no bien de afuera, llega desde lo más profundo y verdadero de nosotros mismos. El Quetzalcóatl es encarnar en nuestra vida cotidiana los más antiguos y valiosos conocimientos de la trascendencia de la existencia. Implica el desarrollo de nuestro potencial espiritual como personas, familia y pueblo.

El Quetzalcóatl cobra un sentido doble. Es “emergente”, porque sale de lo más profundo y valioso de nosotros mismos, y su “emergencia” deviene de que no tenemos más tiempo para seguir siendo esclavos de nuestra propia ignorancia. El futuro de nuestra Matria es su milenario pasado.