jueves, 31 de julio de 2014

LAS LENGUAS MAYAS: HISTORIA Y DIVERSIDAD. Tomás Pérez Suárez

 

La familia lingüística maya está formada por 31 lenguas distintas. De ellas sólo dos son lenguas muertas, las restantes se utilizan como principal medio de comunicación en numerosas comunidades contemporáneas.
Aquí se ofrece un breve panorama sobre su historia y evolución desde la época prehispánica hasta nuestros días.
Palabras clave: Lenguas mayas, Familia lingüística, Escritura jeroglífica, Arqueología e Historia

LA ESTELA DEL IDIOMA MAYA
En la actualidad existen más de cinco millones de personas que hablan alguna lengua maya, cifra que permite a esta familia lingüística (Fig 1) ocupar un importante lugar, en cuanto a número de hablantes, entre las lenguas indígenas del continente americano. Esta situación numérica igualmente ayuda a desterrar la idea popular de que los mayas, después del periodo Clásico (250 a 900 d. C.), habían casi desaparecido. 

Figura 1. Más de cinco millones de personas hablan lengua maya ocupando un 
importante lugar en la familia lingüística. 

El criterio lingüístico, al igual que el arqueológico, ha sido de gran utilidad para delimitar el espacio cultural mesoamericano que ahora denominamos área maya. Existe una gran correspondencia entre la distribución de sitios, materiales y contextos arqueológicos, producto de la actividad de las sociedades mayas prehispánicas, y el espacio que actualmente ocupan los hablantes de alguna de las lenguas mayances. La excepción es la de los huastecos o teenek como ellos prefieren llamarse, lengua maya que se habla en el norte de Veracruz y sur de Tamaulipas. Sin embargo, no debe olvidarse que ésta, aunque fuera del ámbito cultural del área maya, pertenece a esta gran familia formada por 31 lenguas distintas y en algunos casos ininteligibles entre sí. Considerando lo anterior, debemos señalar que por maya nos estaremos refiriendo a todos los miembros de esta familia lingüística y no sólo al maya peninsular, también llamado yucateco o simplemente maya.

EL ÁRBOL DE LA LENGUA MAYA

Las primeras evidencias de ocupación humana en el territorio maya se remontan más de diez mil años antes de nuestra era. Bandas nómadas de cazadores recolectores deambularon, a lo largo y ancho de este espacio, por más de ocho mil años antes de que se hicieran agricultor es y sedentarios.
Es difícil saber qué lenguas hablaban esos primeros pobladores, pues los contextos y los materiales arqueológicos (Fig. 2) recuperados en sitios de esas fechas, como son hachas, cuchillos, raspadores, perforadores, puntas de proyectil y muchos otros artefactos punzo cortantes, no permiten inferir alguna  identificación lingüística de quienes los fabricaron. Podemos suponer, por la continuidad de algunos patrones tecnológicos en su realización, que estos artefactos de piedra fueron manufacturados por comunidades hablantes de una lengua maya en formación, que través de los siglos se fue diferenciando dentro del tronco lingüístico mesoamericano.

Figura 2: Entre las evidencias de ocupación del área maya contamos con hachas, cuchillos, raspadores, perforadores, puntas de proyectil y muchos otros artefactos punzo cortantes.

Los lingüistas, basados en métodos glotocronológicos2, proponen que todas las lenguas mayas actuales derivaron, a través de un largo proceso histórico y cultural, de una lengua común hoy extinta, denominada protomaya. Ésta, con una personalidad propia ya consolidada hacia 2 500 a.C., inició un proceso de diferenciación interno que dio como resultado las 31 lenguas que actualmente reconocemos como mayas. De éstas, solamente dos, el chicomucelteco y el choltí, son lenguas muertas. Las otras veintinueve continúan siendo la principal vía de comunicación entre los pueblos mayas contemporáneos. Algunos con sólo trescientos hablantes, como el lacandón, pero otros como el yucateco y el quiché cuentan con casi un millón de hablantes cada uno.

Durante el segundo milenio antes de la era cristiana surgieron los primeros asentamientos humanos permanentes, producto de una economía basada en la agricultura, especialmente en el cultivo del maíz. Fue entonces cuando las comunidades aldeanas iniciaron la fabricación de vasijas, figurillas y muchos otros objetos de cerámica (Fig. 3). El análisis de estos materiales arqueológicos, sobre todo el de los numerosos fragmentos de vasijas denominados tiestos o tepalcates, nos permiten diferenciar tradiciones alfareras particulares, propias de culturas prehispánicas específicas y, en algunos casos, identificar la lengua o la familia lingüística de la población que produjo dichos artefactos.


Figura 3. La cerámica se volvió una expresión constante en las comunidades aldeanas como las como en las estatales y perdura hasta nuestros días.

Entre 1 000 y 500 a.C. la fabricación de vasijas y otros objetos de cerámica, se volvió una tradición cultural común a todos los grupos que habitaban el área maya. Es a partir de esos momentos cuando se tiene plena certeza de la identificación lingüística de esos antiguos pobladores como hablantes de maya.
La cerámica de esos tiempos muestra diferencias notables con la cerámica producida por sus vecinos occidentales, hablantes de la familia mixe-zoque, que se extendían por todo el Istmo de Tehuantepec y gran parte de Chiapas y Tabasco. Sin embargo, es la escritura jeroglífica maya que se pintó o esculpió en un sin fin de materiales y objetos, la más contundente de las evidencias arqueológicas para identificar dichos materiales como productos de hablantes mayas. La escritura maya, enriquecida en sus orígenes por la tradición mixe-zoque, dio inicio durante la parte final del periodo Preclásico, entre 100 a.C. y 100 d.C., pero fue durante el periodo Clásico (250 a 900 d.C.) (Fig. 4) cuando tuvo su apogeo.
Después del colapso, del periodo Clásico, aunque no con la misma exuberancia e intensidad, la tradición se mantuvo hasta el momento del contacto con los conquistadores y colonizadores españoles. Muestra de ello son los tres códices del Posclásico (900 a 1550 d.C.) que lograron sobrevivir a la férrea destrucción emprendida contra estos documentos, en tiempos coloniales, por los portadores de la nueva religión.

Figura 4. Ejemplos de escritura maya sobre diversos materiales durante el periodo 
clásico (250-900 d.C.)

La mejor evidencia de que las bases fonéticas, utilizadas por los escribanos del periodo Clásico, aún continuaban en tiempos de la conquista, es el llamado "Alfabeto de Landa” (Fig. 5). Este franciscano durante los inicios de la segunda mitad del siglo XVI registró, en lugar de un alfabeto, un silabario que ha servido de "Piedra Roseta" para el avance del actual desciframiento y lectura de los numerosos textos jeroglíficos mayas.

Figura 5. El supuesto "Alfabeto maya" de Diego de Landa. Manuscrito del siglo XVI

MAPA LINGÜÍSTICO

El espacio geográfico que ocuparon los mayas, en su máxima expansión, cubría un territorio de casi quinientos mil kilómetros cuadrados. Abarcaba los estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y la parte este de Chiapas y Tabasco. Así como todo Belice, gran parte de Guatemala y la porción occidental de Honduras y El Salvador.

Cuando se observa un mapa de lenguas (Fig. 6) de esta área cultural, la diversidad se hace más compleja conforme nos desplazamos de norte a sur. Lo primero que salta a la vista es la gran extensión que ocupan los hablantes del maya peninsular o yucateco. Estos habitan prácticamente toda la península de Yucatán, terrenos llanos, sin ríos y carentes de accidentes topográficos significativos que impidan la comunicación. Esta homogeneidad lingüística acaso también tiene que ver con la situación geográfica de la península, rodeada por el mar en tres de sus lados, lo cual no limita pero si dificulta el contacto lingüístico de masas, fenómeno generador, en parte, de la diversidad lingüística.


Figura 6. Distribución lingüística maya actual.

Las tierras bajas centrales, donde ocurrió la gran eclosión cultural del periodo Clásico (250 a 900 d. C.), corren desde las costas del Golfo, en Tabasco y Campeche, hasta las arenas del Mar Caribe, en el Golfo de Honduras. Limitan al norte con la base de la península de Yucatán y al sur con las primeras estribaciones de las tierras altas de Chiapas y Guatemala. Este espacio fue ocupado por hablantes de cholano, nombre que se da a una antigua lengua del cual derivaron el chol, chontal, chortí y choltí, grupo de lenguas que se originaron en esa porción central del área maya después del colapso. Según los epigrafistas3 el cholano, ahora extinta, fue la lengua utilizada en las inscripciones jeroglíficas del periodo Clásico y, por lo tanto, una reconstrucción de ésta es la que se utiliza para las actuales lecturas.

Por su parte las tierras altas de Chiapas y especialmente las de Guatemala muestran una gran diversidad lingüística, producto en parte del accidentado paisaje, surcado de cañadas y altas estribaciones, o por el contacto con lenguas de otras familias, ya sean mixe-zoques y otomangues (chiapaneca) en el occidente y en el sur, como por hablantes lenca, xinca, jicaque y pipil que habitaban en Honduras, El Salvador y el sur de Guatemala. Aquí existe la mayor diversidad lingüística de toda el área maya, muchas de las lenguas que ahora conocemos se localizan en este accidentado territorio de Chiapas y Guatemala.

UN ÁRBOL CON CUATRO RAMAS

En la actualidad se reconoce la existencia de 26 a 31 lenguas mayas, pero el número definitivo de éstas aun es un trabajo pendiente. Esta indefinición se debe a que algunos autores consideran lenguas lo que para otros solamente son variantes dialectales4 y, en otros casos, algunas variantes dialectales sumamente diferenciadas no se consideran lenguas distintas. En los trabajos recientes se ha optado por reconocer la existencia de 31 lenguas agrupadas en cuatro grandes ramas, este es el criterio adoptado en este trabajo.

Rama huastecana

La primera rama que se separó del tronco ancestral denominado protomaya fue la de los huastecanos (Fig.7) formada por el huasteco y el chicomucelteco. Se piensa que éstos iniciaron su proceso de diferenciación hace más de cuatro mil años. Una hipótesis postula que la separación ocurrió cuando grupos hablantes de mixe-zoque se insertaron en la costa del Golfo de México, aislando de esta manera al huasteco del resto de las lenguas mayas. Sin embargo, no sabemos como se originó el chicomucelteco, lengua muerta de esta misma rama, que se hablaba en el municipio chiapaneco de Chicomucelo, pero bastante distante del territorio huasteco. Algunos trabajos señalan que estos migraron, en tiempos del periodo Posclásico (900 1 550 d. C.), de la región huasteca hacia el territorio que ocupaban en Chiapas. Otros consideran que se trata de un grupo que quedó en el área maya antes de la separación del huasteco.

Figura 7. Separación del husateco del resto de la familia maya por la 
intrusión de la familia mixe-zoque

Rama yucatecana

La segunda rama en separarse fue la del yucatecano (Fig. 8) la cual agrupa a cuatro lenguas: yucateco o peninsular, itzá, mopán y lacandón. La extensión del yucateco por toda la península es prueba de su arraigo y antigüedad en este espacio. Podemos suponer entonces que los constructores de los innumerables sitios arqueológicos de esta región del área maya, hablaban yucateco. Algunos investigadores creen que los textos jeroglíficos de esta región muestran indicios de que estaban escritos en yucateco, pero otros piensan que el cholano, como lengua de prestigio, es el que está registrado en las inscripciones del Clásico.                     Sin embargo, cabe señalar que de tiempos coloniales contamos con numerosos documentos, escritos con caracteres latinos pero en lengua yucateca, que registran la continuidad en parte de su ideología y la de  sus afanes literarios. El Ritual de los Bacabes, losCantares de Dzitbalché, la Crónica Yaxkukul, el Códice Calkiní, los libros llamados Chilam Balam y muchos otros testimonios son prueba de ello.

Figura 8. El Castillo o Templo de Kukulkan en Chinchhen Itzá, Yucatán.

El proceso de diferenciación interna de esta rama se inició durante el periodo Posclásico Temprano (900 a 1250 d.C.) cuando grupos de yucatecos migraron al sur hacia la región del Petén guatemalteco. Éstos, establecidos en territorios que antes ocuparon hablantes de la rama cholana, dieron origen a las lenguas itzá y mopán. Los primeros se asentaron en torno a los grandes lagos del Petén, donde florecían al momento del contacto y a quienes los españoles no pudieron someter hasta el siglo XVII. Los hablantes de mopán, por su parte, ocuparon la región sur de la frontera que comparten Guatemala y Belice, donde por ahora se localizan. Finalmente los lacandones, que ahora habitan en las selvas chiapanecas del mismo nombre, son grupos hablantes de yucateco que llegaron a esta región, durante los siglos XVII y XVIII, huyendo de la explotación colonial española.

Rama occidental

Otra importante división del tronco lingüístico ocurrió entre los años de 1 500 y 1 000 a.C., cuando dos macro ramas, la occidental y la oriental, quedaron diferenciadas. La occidental comprende a las lenguas cholanas de las tierras bajas centrales, así como a las tzeltalanas de las tierras altas de Chiapas y a las chujeanas y kanjobalanas de la región fronteriza de Chiapas y Guatemala. Por su parte la rama oriental agrupa a las lenguas mameanas y quicheanas, habladas principalmente en las tierras altas de Guatemala. 

Se tienen evidencias lingüísticas y arqueológicas para suponer que los constructores de los numerosos e importantes sitios arqueológicos localizados en las tierras bajas centrales, desde Comalcalco en Tabasco hasta Quiriguá y Copán en las fronteras de Guatemala y Honduras, durante el periodo Clásico (250 a 900 d.C.), hablaban una lengua cholana. Es notable la similitud en los textos jeroglíficos de todos estos sitios, que prácticamente representan más del 75% de los textos mayas conocidos. En este espacio actualmente se habla chontal en Tabasco, chol en el norte de Chiapas y chortí en la zona fronteriza de Guatemala y Honduras. El choltí o lacandón histórico, al igual que el manché, que se extinguió en tiempos coloniales, se hablaban en la zona selvática de Chiapas y en el sur del Petén guatemalteco. El origen de estas cuatro lenguas en parte está relacionado con el colapso maya (800 a 1 000 d.C.), tiempos en que se rompió la unidad cultural y la comunicación entre los hablantes de cholano que ocupaban las tierras bajas centrales. Esta ruptura dio como resultado que las diferencias dialectales, que existían a lo largo y ancho de ese espacio, se acentuaran y se transformaran en lenguas distintas.

El grupo tzeltalano, formado por el tzotzil y el tzeltal, habita las tierras altas de Chiapas y sus miembros comparten en general la misma cultura; sin embargo, a pesar de las semejanzas no pueden considerarse como dialectos, sino como lenguas diferentes. Este grupo se diferenció del cholano en tiempos del periodo Clásico Temprano (250 a 600 d.C.). Se supone que los textos jeroglíficos de Toniná, y otros sitios de esta región chiapaneca, muestran algunas diferencias con los textos de las tierras bajas, lo cual sugiere que pudieron estar escritos en tzeltal, pero esta hipótesis no es del todo aceptada.

Figura 9. Panorámica del Grupo Principal de Palenque, Chiapas.

En ambos lados de la zona limítrofe de Chiapas y Guatemala actualmente se hablan siete lenguas que, al igual que las anteriores, forman parte de la rama occidental. Estas lenguas constituyen el grupo denominado gran kanjobalano, el cual se inserta como una cuña entre las lenguas de las tierras altas de Chiapas y las lenguas de las tierras altas de Guatemala. La diferenciación interna de este grupo se inició cuando el grupo chujeano se separó y dio origen al chuj, que se habla en la región montañosa de los Altos Cuchumatanes, y al tojolabal, cuyo mayor número de hablantes se localizan en el municipio chiapaneco de Las Margaritas y en otras regiones vecinas. Las otras cinco lenguas del grupo kanjobalano, se localizan al sur de los chujeanos. El kanjobal, jacalteco y acateco se hablan principalmente del lado guatemalteco. Mientras que el tuzanteco y el motozintleco (también llamado mocho') se localizan en el lado de Chiapas.

Rama oriental

La última de las cuatro ramas, por su ubicación geográfica al sureste del área maya, se le denomina oriental y aglutina a trece lenguas habladas por numerosos pueblos del altiplano guatemalteco. Están divididas en dos grandes grupos: cuatro en el mameano y nueve en el quicheano. Muchos de estos pueblos estaban en pleno apogeo al momento de contacto con los españoles; algunos de ellos, inclusive, vivían en populosas ciudades donde residía el poder político, religioso y económico de estos estados en expansión. Gracias a la arqueología y a que contamos con varios documentos coloniales, escritos con caracteres latinos pero en lenguas mayas, conocemos algunos datos sobre la historia prehispánica de estos grupos. También contamos con la riquísima información sobre religión y cosmogonía quiché que, junto con su historia, quedó registrada en el Popol Vuh.

El grupo mamenano, formado por hablantes de mam, teco, ixil y aguacateco, actualmente ocupa la porción occidental del altiplano de Guatemala y una pequeña parte de Chiapas. Este grupo se separó del quicheano hace más de tres mil años, pero su división interna inició hacia 500 a.C. y dio origen, desde tiempos del periodo Clásico, a las cuatros lenguas que lo integran. Los hablantes de mam, con más de quinientos mil miembros en la actualidad, tuvieron su capital prehispánica en Zaculeu, importante sitio en el departamento de Huehuetenango. Cabe señalar que en maya y náhuatl respectivamente, mam y huehuetl significan abuelo, viejo o anciano.

Figura 10. Zaculeu, capital del grupo man en el departamento de Huhuetenango, Guatemala.

El grupo quicheano, uno de los más numerosos, ocupa gran parte de las tierras altas de Guatemala. Las lenguas que lo forman también están divididas en dos bloques. Uno, con mayor profundidad en cuanto a diversidad lingüística, está formado por hablantes de kekchí, uspanteco, pocomam y pocomchi. Los tres últimos han visto disminuir su territorio y el número de hablantes, pero el kekchí ha crecido y se ha expandido considerablemente hacia las tierras bajas localizadas en el sur del Petén, incluso hasta Belice.

El otro bloque está integrado por las lenguas: quiché, cakchiquel, tzutuhil, sacapulteco y sipacapa. La diferenciación interna de este bloque es más tardía, pues ocurrió en los cinco siglos anteriores a la conquista. Los documentos coloniales contienen información sobre las diferencias y guerras que mantenían entre si estos grupos y el nombre de los linajes gobernantes. También nos informan de migraciones, segregaciones y divisiones que sin duda contribuyeron a su división interna. Los quiché tuvieron como capital a Utatlán (nombre náhuatl) o Cumarkaj (nombre quiché), ciudad incendiada y arrasada por los soldados de Pedro de Alvarado; los tzutuhiles establecieron su centro de poder en la ribera sur del lago Atitlán y los cakchiqueles gobernaron desde Iximché, lugar donde habría de establecerse la primera sede del poder español en Guatemala.

Este breve panorama de la diversidad lingüística maya apenas nos deja ver la riqueza y la complejidad de estas lenguas. Sin duda esta pluralidad es un importante patrimonio cultural de la humanidad, digna de respetar, preservar, conocer y valorar. Su tenacidad les ha permitido transitar y mantener parte de su identidad en este mundo actualmente globalizado, por no decir homogenizado.

Citas:
1 Una familia lingüística está formada por una serie de lenguas emparentadas, es decir todas derivan de una lengua “madre”.
2 Medición del cambio en el vocabulario de una lengua a través del tiempo.
3 Epigrafistas: nombre dado a los investigadores que estudian y descifran la escritura jeroglífica maya.
4 Un dialecto es la variante regional de una lengua, notablemente diferente pero no al grado de entorpecer la comunicación.

BIBLIOGRAFÍA
• Campbell, L. (1994). "La lingüística maya y sus contribuciones a la prehistoria" en Cuarto foro de arqueología de Chiapas. Memorias. Tuxtla Gutiérrez: Gobierno del Estado de Chiapas, pp. 25-38
• Campbell, Lyle (1997). American Indian languages: the historical linguistics of Native America. New York: Oxford University Press, 512 p.
• Hopkins, N., Josserand, K. (1994). "Pasado, presente y futuro en la lingüística maya" en Bartholomew, D., Lastra, Y., Manrique, L. (comps.) Panorama de los estudios de las lenguas indígenas de México (tomo I), Quito: Ediciones Abya-Yala, pp. 269-333.
• Josserand, Kathryn (1975). "Archaeological and linguistic correlations for mayan pehistory" en Actas del XLI Congreso Internacional de Americanistas (vol. I). México, pp. 501-510.
• Kauffman, T. S. (1964. "Materiales lingüísticos para el estudio de las relaciones internas y externas de la familia de idiomas mayanos" en Ruz, A., Vogt, E.Z. (eds.) Desarrollo cultural de los mayas, México: UNAM, pp. 81-136
• Mcquown, N. A. (1971). "Los orígenes y la diferenciación de los mayas según se infiere del estudio comparativo de las lenguas mayanas" en Ruz, A., Vogt, E. Z (eds.) Desarrollo cultural de los mayas, México: UNAM, pp.48-80.
• Del Moral, R. (1996). "La familia lingüística" en Bustos, G., Izquierdo, A. L (eds.)
Los mayas. Su tiempo antiguo, México: UNAM, pp. 65-84.
• Romero Castillo, M. (1975). "Las lenguas mayas de México" en Romero Castillo, M. et al. (eds.) Las lenguas de México (tomo II), México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, pp. 7-86.
• Suárez, Jorge A. (1995). Las lenguas indígenas mesoamericanas. México: Instituto Nacional Indigenista / CIESAS, 325 p.
• Schumann, O. (1993). "Las lenguas mayas actuales, ubicación y procesos que las afectan" en Iglesias Ponce, M. J., Ligorred, F. (eds.) Perspectivas antropológicas en el mundo maya, Madrid: Sociedad Española de Estudios Mayas, pp. 457-466

­­­­­­­­­­­­­­­­­­­__________________________________

Prof. Tomás Pérez Suárez
Investigador del Centro de Estudios Mayas del Instituto de
Investigaciones Filológicas, UNAM.
tomasps@prodigy.net.mx
Página personal
http://www.filologicas.unam.mx/cem/plantac/PerezSTomas/PerezSTo
-__________________________________
mas.htm
©
Coordinación de Publicaciones Digitales. DGSCA-UNAM
Se autoriza la reproducción total o parcial de este artículo, siempre y cuando se cite la fuente completa y su dirección electrónica.
Revista Digital Universitaria
10 de agosto 2004 • Volumen 5 Número 7 • ISSN: 1067-6079
LAS LENGUAS MAYAS: HISTORIA Y DIVERSIDAD
Tomado de: