La educación es uno de los temas más tratados por los demagogos que están en el poder económico y político. Se afirma reiteradamente, que en la educación está el futuro de los pueblos. Pero la realidad nos dice que, con excepción de unos cuantos países, la educación ocupa un lugar poco significativo en los presupuestos y las prioridades de las naciones ricas y pobres del planeta.
Por otra parte, se ha confundido deliberadamente la instrucción con la educación. La instrucción se sustenta en la trasmisión de conocimientos y la educación en la trasmisión de valores. Cada día salen de las escuelas individuos formados en avanzados conocimientos científicos y tecnológicos, pero al mismo tiempo, carentes de valores. Y una instrucción sin valores, nos conduce a la destrucción social y del medio ambiente.
La disyuntiva es muy antigua. Educar para la vida o instruir para el trabajo. A partir de la Revolución Industrial, la educación ha ido perdiendo terreno frente a la instrucción. El utilitarismo, el pragmatismo y el individualismo se han impuesto, sobre el sentido humanista, espiritual y comunitario. La educación se ha convertido en un negocio, directa e indirectamente, y en un medio de sometimiento y enajenación.
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