Control cultural y ámbitos de cultura.
Por control cultural
entiendo el sistema según el cual se ejerce la capacidad social de decisión
sobre los elementos culturales. Los elementos culturales son todos los
componentes de una cultura que resulta necesario poner en juego para realizar
todas y cada una de las acciones sociales: mantener la vida cotidiana,
satisfacer necesidades, definir y solventar problemas, formular y tratar de cumplir
aspiraciones. Para cualquiera de estas acciones es indispensable la
concurrencia de elementos culturales de diversas clases, adecuados a la
naturaleza y al propósito de cada acción. Pueden establecerse las siguientes
clases de elementos culturales:
1) Materiales. Son todos los objetos, en su estado natural o
transformados por el trabajo humano, que un grupo esté en condiciones de
aprovechar en un momento dado de su devenir histórico: tierra, materias primas,
fuentes de energía, herramientas y utensilios, productos naturales y
manufacturados, etc.
2) De organización. Son las formas de relación social sistematizadas,
a través de las cuales se hace posible la participación de los miembros del
grupo cuya intervención es necesaria para cumplir la acción. La magnitud y
otras características demográficas de la población son datos importantes que
deben tomarse en cuenta al estudiar los elementos de organización de cualquier
sociedad o grupo.
3) De conocimiento. Son las experiencias asimiladas y sistematizadas
que se elaboran, se acumulan y transmiten de generación a generación y en el
marco de las cuales se generan o incorporan nuevos conocimientos.
4) Simbólicos. Son los diferentes códigos que permiten la comunicación
necesaria entre los participantes en los diversos momentos de una acción. El
código fundamental es el lenguaje, pero hay otros sistemas simbólicos
significativos que también deben ser compartidos para que sean posibles ciertas
acciones y resulten eficaces.
5) Emotivos. Que también pueden llamarse subjetivos. Son las
representaciones colectivas, las creencias y los valores integrados que motivan
a la participación y/o la aceptación de las acciones: la subjetividad como un
elemento cultural indispensable.
En los actos comunes de la
vida cotidiana, así como en las acciones periódicas y en las situaciones de
excepción, los conjuntos sociales y los individuos echan mano de los elementos
culturales disponibles que son requeridos para cada caso. Es importante
conceptualizar todos estos recursos como elementos culturales, porque así se
pone de manifiesto que poseen una condición común que permite establecer una
relación orgánica entre ellos. No se trata de una relación necesariamente
armónica y coherente, como en los planteamientos funcionalistas clásicos, ya
que la consistencia funcional mínima sólo parece lógicamente necesaria en cada
acción concreta, pero no para el conjunto de acciones que forman la vida
social; en tal conjunto, por lo contrario, es posible encontrar inconsistencias
y contradicciones entre los elementos culturales que permiten, precisamente,
entender la dinámica sociocultural.
Los elementos culturales
pueden ser propios o ajenos. Son elementos propios, los que la unidad social
considerada ha recibido como patrimonio cultural heredado de generaciones
anteriores y los que produce, reproduce, mantiene o transmite, según la
naturaleza del elemento cultural considerado. Inversamente, son elementos
culturales ajenos aquellos que forman parte de la cultura que vive el grupo,
pero que éste no ha producido ni reproducido. En situaciones de contacto
interétnico, particularmente cuando las relaciones entre los grupos son
asimétricas, de dominación/sujeción, la cultura etnográfica (esto es, el
inventario total de los elementos culturales presentes en la vida del grupo)
incluirá tanto elementos propios como ajenos.
Se relaciona el universo de
elementos culturales, propios y ajenos, que forman la cultura etnográfica de un
grupo en un momento dado, con la condición propia o ajena de las decisiones
sobre esos mismos elementos, es posible establecer cuatro ámbitos o espacios
dentro de la cultura total, diferenciados en función del sistema de control
cultural existente. El siguiente cuadro muestra de manera sintética este
planteamiento:
LOS ÁMBITOS DE LA CULTURA EN
FUNCIÓN DEL CONTROL CULTURAL
Elementos
Culturales
|
Decisiones
|
|
Propios
|
Propias
|
Ajenas
|
Cultura AUTÓNOMA
|
Cultura ENAJENADA
|
|
Ajenos
|
Cultura APROPIADA
|
Cultura IMPUESTA
|
Conviene precisar el
significado de cada una de las categorías resultantes.
Cultura autónoma. En este
ámbito, la unidad social (el grupo) toma las decisiones sobre elementos
culturales que son propios porque los produce o porque los conserva como
patrimonio preexistente. La autonomía de este campo de la cultura consiste
precisamente en que no hay dependencia externa en relación a los elementos
culturales sobre los que se ejerce control. Se pueden mencionar algunos
ejemplos de acciones que caen en el campo de la cultura autónoma en muchas
comunidades y grupos étnicos de México: uno podría ser las prácticas curativas
tradicionales. En este caso, los especialistas en curación encarnan un elemento
propio de conocimiento: los remedios naturales y los que ellos mismos preparan,
son elementos materiales propios; los elementos simbólicos y emotivos que hacen
posible la comunicación y la eficacia en la relación médico-paciente, son
también propios; y la realización de las prácticas médicas obedece a decisiones
propias, internas. La agricultura milpera tradicional sería otro buen ejemplo
de un complejo de cultura autónoma: los conocimientos implicados (sobre tipos
de suelo y de semillas, calendario agrícola, previsión del tiempo,
identificación de plagas, etc.), los instrumentos agrícolas fabricados en el
propio grupo, las formas de organización del trabajo para los momentos críticos
de la labor, los rituales asociados a las distintas fases del ciclo agrícola y
todos los demás elementos que intervienen en el proceso completo de la
agricultura milpera, se presentan como elementos propios sobre los cuales las
comunidades tradicionales ejercen decisiones propias. El derecho
consuetudinario y las acciones de la vida doméstica serían otros ejemplos
posibles de componentes del ámbito de la cultura autónoma.
Cultura impuesta. Este es el
campo de la cultura etnográfica en el que ni los elementos ni las decisiones
son propios del grupo. Un ejemplo puede ser la enseñanza escolar (o la escuela
como institución) en muchas comunidades: todas las decisiones que regulan el
sistema escolar se toman en instancias ajenas a la comunidad (el calendario,
los programas, la capacitación de los maestros, la obligatoriedad de la
enseñanza, etc.) y los elementos culturales que se ponen en juego son también
ajenos - al menos en gran medida: libros, contenidos de la enseñanza, idioma,
maestros, etc. Las actividades religiosas que desarrollan misioneros de
diversas iglesias caen igualmente en este ámbito, por lo menos durante las
etapas iniciales de la penetración, cuando el personal misionero es ajeno, los
contenidos dogmáticos y las prácticas rituales, también, y las decisiones son
externas. En un campo diferente, un stand Nevado por una compañía cervecera a
una feria tradicional es otro ejemplo de cultura impuesta. Asimismo, la
presencia de medios de comunicación externos, que ya forma parte de la cultura
en un número creciente de comunidades, es un caso claro de cultura impuesta.
Cultura apropiada. Este
ámbito se forma cuando el grupo adquiere la capacidad de decisión sobre
elementos culturales ajenos y los usa en acciones que responden a decisiones
propias. Los elementos continúan siendo ajenos en cuanto el grupo no adquiere
también la capacidad de producirlos o reproducirlos por sí mismo; por lo tanto,
hay dependencia en cuanto a la disponibilidad de esos elementos culturales,
pero no en cuanto a las decisiones sobre su uso. Un ejemplo sencillo puede
encontrarse en el empleo cada vez más generalizado de instrumentos y aparatos
de producción externa, que se ponen al servicio de acciones propias: las
grabadoras de cassettes para registrar, conservar y repetir la música local;
las armas de fuego empleadas en la cacería; los diversos motores, etc. El uso
de tales elementos culturales ajenos implica, en cada caso concreto, la
asimilación y el desarrollo de ciertos conocimientos y habilidades para su
manejo, la modificación de ciertas pautas de organización social y/o la
incorporación de otras nuevas, el reajuste de aspectos simbólicos y emotivos
que permita el manejo subjetivo del elemento apropiado, etc.; son esos cambios
en la cultura autónoma los que hacen posible la formación de un campo de
cultura apropiada.
Cultura enajenada. Este
ámbito se forma con los elementos culturales que son propios del grupo, pero
sobre los cuales ha perdido la capacidad de decidir; es decir, son elementos
que forman parte del patrimonio cultural del grupo pero que se ponen en juego a
partir de decisiones ajenas. En la situación de un grupo dominado, los ejemplos
pueden abarcar una gama muy amplia de elementos culturales. Un caso podría ser
la fuerza de trabajo, que es un elemento cultural propio, pero que bajo ciertas
circunstancias puede quedar parcialmente al servicio de decisiones ajenas, bien
sea por compulsión directa (trabajo forzoso) o como resultado de la creación de
condiciones que indirectamente obligan a su enajenación (emigración, trabajo
asalariado al servicio de empresas ajenas, etc.). La enajenación de recursos
materiales podría ejemplificarse cuando un bosque comunal es explotado por una
compañía maderera externa al grupo. En otro nivel, la folklorización de fiestas
y ceremonias para su aprovechamiento turístico sería un caso en el que
elementos de organización, materiales, simbólicos y emotivos propios, quedan
bajo decisiones ajenas y, en consecuencia, forman parte del ámbito de la
cultura enajenada.
Conviene precisar algunos
puntos pertinentes para los planteamientos anteriores. En primer lugar, es
necesario dejar claro que los contenidos concretos de cada uno de los ámbitos
de la cultura no son los mismos en todos los casos, ni están predeterminados
teóricamente, sino que pueden conocerse únicamente a través de la investigación
empírica. En cada grupo considerado y en los diversos momentos de su trayecto
histórico, la configuración del control cultural y, en consecuencia, las
acciones específicas que integran cada uno de los cuatro campos, puede variar
considerablemente. Se trata de un modelo analítico que busca determinar relaciones
(entre elementos culturales y ámbitos de decisión - propios o ajenos), a
diferencia de otros sistemas de clasificación de la cultura que son
descriptivos y cuyas categorías definen en sí mismas sus contenidos concretos
(tales como el agrupamiento de los elementos culturales en "cultura
material", "organización social" y "cultura
espiritual"; o bien, las categorías de "estructura" y
"superestructura").
Un análisis comparado
permitiría establecer de manera factual lo que aquí sólo se plantea como
hipótesis: que cierto tipo de elementos culturales propios deben estar bajo
decisiones también propias, como condición necesaria para la existencia misma
del grupo. En otras palabras, que habría algunos contenidos concretos en el
ámbito de la cultura autónoma, que son indispensables para la existencia de un
grupo como entidad étnicamente diferenciada. No se trata aquí de los signos
culturales diacríticos que emplea Barth, sino de un núcleo específico de
cultura autónoma que es la base mínima indispensable para el funcionamiento y
la continuidad del grupo étnico. El lenguaje, ciertas representaciones
colectivas, un campo de valores compartidos y/o complementarios y un ámbito de
vida privada cotidiana, podrían pensarse como componentes indispensables de la
cultura autónoma mínima; a partir de estos elementos puede concebirse la
permanencia de un grupo étnico, en el entendido de que no son, en ningún caso,
contenidos inalterables, sino que se transforman históricamente pero continúan
como un ámbito cultural compartido.
CONCEPTOS DEL CONTROL
CULTURAL
Resistencia. El grupo dominado o subalterno actúa en el
sentido de preservar los contenidos concretos del ámbito de su cultura
autónoma. La resistencia puede ser explícita o implícita (conciente o
inconciente). La defensa legal o armada del territorio amenazado es explícita y
conciente; el mantenimiento de la "costumbre", cualquiera que ésta
sea, puede ser una forma de resistencia implícita e inconciente. En todo caso,
el ejercicio de acciones culturales autónomas, en forma abierta o
clandestinizada, es objetivamente una práctica de resistencia cultural, como lo
es su contraparte: el rechazo de elementos e iniciativas ajenas (el llamado
"conservadurismo" de muchas comunidades: su actitud refractaria a
innovaciones ajenas).
Apropiación. Es el proceso mediante el cual el grupo
adquiere capacidad de decisión sobre elementos culturales ajenos. Cuando el
grupo no sólo puede decidir sobre el uso de tales elementos, sino que es capaz
de producirlos o reproducirlos, el proceso de apropiación culmina y los
elementos correspondientes pasan a ser elementos propios. En cuanto a la
determinación de las condiciones que hacen posible o impiden en un momento dado
la apropiación de un elemento cultural, habría que rescatar muchas de las
aportaciones que hicieron los estudios funcionalistas clásicos, que resultan
aprovechables dentro de la perspectiva metodológica planteada aquí para el
estudio del control cultural.
Innovación. A través de la innovación un grupo étnico
crea nuevos elementos culturales propios, que en primera instancia pasan a
formar parte de su cultura autónoma. La creación es un fenómeno cuyos
mecanismos, causas y condiciones han sido objeto de un debate inacabado; sin embargo,
desde la perspectiva de las relaciones interétnicas el problema de la gestación
o invención de un nuevo elemento cultural no es relevante tanto como proceso de
creación, sino sobre todo como un hecho dado que debe interpretarse en términos
de la lucha por el control cultural. Las innovaciones culturales son, por otra
parte, más frecuentes de lo que comúnmente se piensa: hay mucho nuevo bajo el
sol. Sobre todo, si no se piensa sólo en las grandes invenciones capaces de
marcar por sí mismas un momento de la historia, sino se repara también y sobre
todo en los cambios cotidianos aparentemente nimios. De hecho, otros procesos
que aquí se están esbozando sólo son posibles porque en la cultura del grupo
ocurren innovaciones: la apropiación de una tecnología, un objeto, una idea,
sucede únicamente a condición de que se modifiquen prácticas y representaciones
simbólicas previas. Esas modificaciones son, en general, innovaciones.
La creatividad que se
expresa en los procesos de innovación no se da en el vacío, sino en el contexto
de la cultura propia y, más particularmente, de la cultura autónoma. Esta es el
marco que posibilita y al mismo tiempo pone límites a las capacidades de
innovación: sus componentes específicos son el plano y la materia prima para la
creación cultural.
Los tres procesos
mencionados se generan en el interior del grupo étnico que se toma como foco de
análisis (en todo este planteamiento se trata del grupo subordinado, no del
grupo dominante). Los tres procesos que se presentan a continuación se generan
en el otro grupo, es decir, en el dominante. Hay cierta correspondencia inversa
entre los dos conjuntos de procesos, pero debe evitarse la tentación de
construir un esquema de simetrías perfectas, por atractivo que resulte desde el
punto de vista estético, ya que se están analizando relaciones que no son
simétricas sino de dominio y subordinación.
Imposición. Es el proceso mediante el cual el grupo
dominante introduce elementos culturales ajenos en el universo cultural del
grupo étnico considerado. Las formas de imposición pueden ser muy variadas y
obedecer a diferentes mecanismos: desde la fuerza, amparada o no en argumentos
legales, hasta la imposición por vías más sutiles, aunque no menos eficaces, a
través del uso de la propaganda o de la creación de un "clima"
general que favorece la introducción de elementos culturales ajenos. El
criterio que permite identificar un elemento impuesto y distinguirlo de otro
apropiado es que, siendo un elemento ajeno en ambos casos, el elemento impuesto
continúa bajo el control cultural del grupo dominante, en tanto que los
elementos apropiados quedan sujetos a decisiones propias.
Supresión. La supresión es el proceso por el cual el
grupo dominante prohíbe o elimina espacios de la cultura propia del grupo subalterno.
Puede consistir en la supresión de elementos culturales de cualquier clase, en
la supresión de capacidades de decisión, o en la supresión simultánea de ambos
componentes del espacio de la cultura propia. Al igual que en el proceso de
imposición, puede darse formal o informalmente, por la fuerza directa o por un
condicionamiento indirecto.
Enajenación. Mediante el proceso de enajenación el grupo
dominante aumenta su control cultural al obtener capacidad de decisión sobre
elementos culturales propios del grupo subalterno. No elimina ni prohíbe tales
elementos; únicamente desplaza al grupo dominado como instancia de decisión y
pone los elementos culturales al servicio de sus propios proyectos o intereses.
También en este caso los mecanismos concretos de la enajenación pueden revestir
formas muy variadas.
Los seis procesos permiten
comprender la dinámica de las relaciones interétnicas asimétricas en términos
del control cultural. Explican las transformaciones que ocurren en la cultura
del grupo subalterno como resultado de sus relaciones de subordinación;
explicarían también, con los ajustes necesarios del esquema para colocarlo
desde la perspectiva del grupo dominante, muchas de las transformaciones que
ocurren en la cultura de éste. Los cambios en la amplitud relativa y los
contenidos concretos de cada uno de los cuatro ámbitos de la cultura del grupo
dominado pueden entenderse como resultado de la acción de uno o algunos de
estos seis procesos. Por supuesto, no todos los cambios culturales obedecen a
los procesos de relación interétnica; otros resultan de factores internos,
endógenos, que actúan permanentemente en cualquier cultura. Pero aquí se
colocan los primeros en el foco central de atención porque se trata
precisamente de estudiar las relaciones interétnicas y no el cambio cultural en
general - que, por otra parte, difícilmente puede entenderse, en estos casos,
sin referencia al marco general de las relaciones asimétricas.
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